Koimetérion proviene del verbo koiman 'acostarse', 'dormir' y de allí se derivó la palabra latina caemeterium, que había llegado a esa lengua ya con su significado actual. Se cree que fueron cristianos los primeros griegos que usaron koimetérion en ese sentido; hasta entonces, el lugar en el que se enterraba a los muertos se llamaba en latín necrópolis 'ciudad de los muertos', también de origen griego.
Sebastián de Covarrubias observaba en su Tesoro de la lengua castellana: "conociendo esta verdad universalmente, a la muerte llamamos sueño y al reposar los cuerpos en las sepulturas, dormir".
Gonzalo de Berceo (siglo XIII) usó tanto cimiterio como ciminterio. La forma actual, cementerio, ya aparecía en las Glosas de Toledo, anotaciones hechas en romance hacia 1400, en los márgenes de pergaminos en latín.
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