viernes, 23 de marzo de 2012

"Faramallero"

La palabra “faramallero” es otra de esas que han ido cayendo en desuso, y que vale la pena rescatar, porque  posee  una gran fuerza expresiva, unida, sin duda, a su mucha sonoridad.

El DRAE define “faramallero” como “1. adj. coloq. Hablador, trapacero. U. t. c. s. 2. adj. Ven. presuntuoso  (lleno de presunción)”. Lo de “hablador”, en la primera acepción, es  muy claro: “Ese tipo es un faramallero; habla más  que un perdío”. En cuanto a “trapacero”, el  mismo DRAE lo da como equivalente a “trapacista”, y de este dice: “1. adj. Que emplea trapazas. U. t. c. s. 2. adj. Que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto. U. t. c. s.”.

“Trapazas”, por su parte, es “1. f. Artificio engañoso e ilícito con que se perjudica y defrauda a alguien en alguna compra, venta o cambio. 2. f. Fraude, engaño”. De modo que a un “faramallero” también puede decírsele “trapacero”.

El DRAE registra igualmente el sustantivo “faramalla”, del cual dice: “1. f. coloq. Charla artificiosa encaminada a engañar. 2. f. coloq. farfolla ( cosa que sólo tiene apariencia). 3. com. coloq. Persona faramallera. U. t. c. adj”.

Obsérvese que la segunda acepción de “faramallero” se registra como venezolanismo. Pero en Venezuela esa definición se queda corta, pues entre nosotros un “faramallero” no es solamente un pedante o vanidoso, sino algo más, tal  como lo  define el Diccionario del habla actual de Venezuela, de Rocío Núñez y Francisco Javier Pérez,: “faramallero: 1) Aplicado a una persona vanidosa, jactanciosa o pedante. 2)  Aplicado a una persona, que finge o aparenta lo que no es o  no siente, o lo exagera. 3) Aplicado a una persona, que dice o  manifiesta lo contrario de lo que sabe, cree o piensa”. En el mismo sentido el Léxico popular venezolano, de don Francisco  Tamayo, registra “faramalla” con el valor de “Actitud pedante,  artificiosa, con que se realiza una acción para pretender pasar como elegante, muy conocedor o tener gran soltura para ello”. Y da como sinónimos “aguaje, pedantería, echonería”.

“Faramalla”, según Corominas, procede del antiguo vocablo “farmalio”, conocido ya en el siglo IX, con valor de engaño y falsía. De allí deriva “faramallero”, documentado a partir de 1732.

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