Los publicanos, cobradores de impuestos de la antigua Roma,
acostumbraban a recoger el dinero cobrado en unas cestas de mimbre o de
juncos, que en latín se conocían como fiscus, según se verifica
en los textos de Cicerón. Con el tiempo, el propio Tesoro público tomó
el nombre de la cesta, y Séneca, que vivió un siglo después de Cicerón,
llamaba fiscus al Tesoro del Imperio.
La palabra fisco ingresó al español con ese sentido y así figura en el Diccionario latino español, de Nebrija. De ella se derivaron más tarde fiscal, fiscalía y confiscar, esta última formada con el prefijo con-, que significa «incorporar al fisco».
La palabra fisco ingresó al español con ese sentido y así figura en el Diccionario latino español, de Nebrija. De ella se derivaron más tarde fiscal, fiscalía y confiscar, esta última formada con el prefijo con-, que significa «incorporar al fisco».
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