En 1516, el humanista y político inglés Thomas More,
conocido en castellano como Tomás Moro,publicó un ensayo
político en latín titulado Libellus vere aureus nec
minus salutaris quam festivus de optimo reipublicae statu de que nova
insula Utopia, más conocido por Utopía, en el
cual criticaba el sistema político británico del rey
Enrique VIII y de todos los que regían en esa época en
Europa.
En su obra, Moro describía con ese nombre una isla ideal en la
que reinaba la paz y la armonía, y todos los seres humanos se
realizaban como tales. Formó el nombre de la isla mediante la
palabra griega topos 'lugar', a la que antepuso el prefijo
privativo griego ou-, de modo que significaba algo así
como «ningún lugar» o «lugar
inexistente».
En el siglo XIX, el filósofo marxista alemán Friedrich
Engels (1820-1895) retomó esta palabra para designar los sistemas
políticos ideados por los primeros socialistas, cuya
concreción él juzgaba inviable en la práctica.
Engels describió el socialismo utópico de Owen, Saint-
Simon y Fourier, y lo contrapuso al socialismo científico,
preconizado por Marx y por él.
Hoy usamos utopía para denotar «sueño o
proyecto que resulta irrealizable en la práctica».
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