jueves, 29 de agosto de 2013

Uso correcto de "ileso"

Se advierte del uso incorrecto del adjetivo ileso referido a personas que han sufrido un accidente del que han salido con heridas leves.

El significado que da el DRAE del adjetivo ileso es: 'Que no ha recibido lesión o daño'.
Se indica que no debe confundirse, pues, el adjetivo ileso con sufrir heridas leves o de poca importancia o gravedad, porque cuando alguien resulta ileso en un accidente es porque no ha sufrido daño alguno.

Origen de la palabra "cultura"

El término cultura, que proviene del latín cultus, hace referencia al cultivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre. Su definición ha ido mutando a lo largo de la historia: desde la época del Iluminismo, la cultura ha sido asociada a la civilización y al progreso.

En general, la cultura es una especie de tejido social que abarca las distintas formas y expresiones de una sociedad determinada. Por lo tanto, las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta y las normas de comportamiento son aspectos incluidos en la cultura.


Otra definición establece que la cultura es el conjunto de informaciones y habilidades que posee un individuo. Para la UNESCO, la cultura permite al ser humano la capacidad de reflexión sobre sí mismo: a través de ella, el hombre discierne valores y busca nuevas significaciones.


Según el enfoque analítico que se siga, la cultura puede ser clasificada y definida de diversas maneras. Por ejemplo, hay estudiosos que han dividido a la cultura en tópica (incluye una lista de categorías), histórica (la cultura como herencia social), mental (complejo de ideas y hábitos), estructural (símbolos pautados e interrelacionados) y simbólica (significados asignados en forma arbitraria que son compartidos por una sociedad).


La cultura también puede diferenciarse según su grado de desarrollo: primitiva (aquellas culturas con escaso desarrollo técnico y que no tienden a la innovación), civilizada (se actualiza mediante la producción de nuevos elementos), pre-alfabeta (no ha incorporado la escritura) y alfabeta (utiliza tanto el lengua escrito como el oral).

martes, 27 de agosto de 2013

Concordancia

Se define la concordancia, en términos gramaticales, como la armonía o correspondencia que debe existir entre determinados vocablos dentro de la frase o la oración. Entre el sustantivo y el adjetivo, por ejemplo, debe haber concordancia de género y de número. Es decir, cuando en una frase u oración un adjetivo califica a un sustantivo, ambos deben estar en el mismo género y en el mismo número.

Esta es la regla general básica de concordancia entre sustantivo y adjetivo: si el sustantivo es masculino, también lo será el adjetivo: “El galgo corredor”; “El cerro empinado”. Si el sustantivo es femenino, igual deberá serlo el adjetivo: “La liebre corredora”; “La cuesta empinada”. Si el sustantivo es singular, también lo será el adjetivo: “Un caballo brioso”; “Una casa abandonada”. Si el sustantivo es plural, el adjetivo deberá serlo también: “Unos caballos briosos”; “Unas casas abandonadas”.


Hay, sin embargo, sustantivos invariables en género, es decir, que no cambian morfológicamente para el masculino y el femenino, sino que se aplican del mismo modo en ambos géneros, mientras sí varía el adjetivo que los califica: “Un periodista bien preparado”, “Una periodista bien preparada”; “Un cantante prestigioso”, “Una cantante prestigiosa”.


Hay igualmente adjetivos invariables en género, por lo que se aplican de la misma manera cualquiera que sea el género del sustantivo: “Un abogado muy competente”, “Una abogada muy competente”; “Un edificio grande”, “Una casa grande”.


Desde luego, puede darse el caso de que un sustantivo invariable en género sea calificado por un adjetivo también invariable en género: “periodista competente”, “joven grande”. En estos casos para saber el género del sustantivo de que se trate hay que ponerle un adjetivo determinativo: “una periodista competente”, “un joven grande”.


En cuanto a la concordancia de número, ya vimos que la regla general es que el sustantivo y el adjetivo deben ir en el mismo número, singular o plural: “pueblo grande”, “pueblos grandes”; “bestia cerrera”, “bestias cerreras”.


Aunque son muy pocos, hay sustantivos invariables en número, es decir, que no cambian morfológicamente según estén en singular o en plural: “el déficit”, “los déficit”; “el superávit”, “los superávit”. El adjetivo que los califique irá en singular o en plural, según corresponda: “un déficit peligroso”, “los déficit frecuentes”.


Cuando un adjetivo califica a dos o más sustantivos del mismo género, el adjetivo va en plural y en el género de los sustantivos: “El cuaderno y el libro amarillos que están en la mesa”; “El saco, el chaleco y el pantalón traídos de la tintorería”.


Si en estos casos se pone el adjetivo en singular, se entiende que califica sólo al último sustantivo de la serie, lo cual es válido si en realidad fuese así, pero en caso contrario sería un error.


Si el adjetivo califica al mismo tiempo a dos o más sustantivos de distintos géneros, va en plural y en género masculino: “La chaqueta, la camisa y el pantalón amarillos” ; “La fiesta fue todo un éxito. La música, las bebidas y los pasapalos eran buenísimos”. En estos casos se recomienda poner de último un sustantivo masculino.

Se trata de, sin sujeto

La construcción se trata de es impersonal y por tanto no debe emplearse con un sujeto.

Sin embargo, es frecuente leer y escuchar en los medios frases como «La víctima se trata de un varón de alrededor de 50 años» o «El delito se agrava si el responsable se trata de un funcionario público».

Como explica el Diccionario Peehispánico de Dudas,  si aparece el sujeto lo adecuado es emplear el verbo ser, al que equivale esta expresión.

Así, en los ejemplos anteriores habría sido mejor escribir «La víctima es un varón de alrededor de 50 años» y «El delito se agrava si el responsable es un funcionario público».

La forma se trata de habría sido adecuada en cambio en construcciones como «En el accidente se produjo una víctima mortal. Se trata de un varón de alrededor  de 50 años» o «El delito se agrava si se trata de un funcionario público».

Origen de la palabra "penacho"

Algunas aves exhiben en la parte superior de la cabeza un vistoso conjunto de plumas, que en español se conoce como penacho. Por extensión, se ha dado este nombre también a las plumas que sobresalen del tocado de las mujeres o de los caballos engalanados para solemnidades. También se llama penacho el arreglo de plumas que llevan en la cabeza los indígenas americanos, que los mexicas denominaban quetzalapanecáyotl.

La palabra llegó al español a mediados del siglo XVI, procedente del italiano pennacchio, que proviene, a su vez, del latín penna 'pluma'. En sentido figurado, se usa también para referirse a 'quien tiene comportamiento altanero o soberbio'. Un derivado es penachudo 'que tiene o lleva penacho'.

Tip es un anglicismo innecesario

Se recomienda emplear palabras españolas como consejo, clave, dato, recomendación… en lugar del anglicismo tip, cuyo significado es ‘consejo o dato práctico’.

Así, frases como: «A continuación 10 tips para eliminar el acné», «En el curso proporcionará tips para mejorar la imagen personal» deberían haber sido «A continuación 10 consejos para eliminar el acné», 

«En el curso proporcionará claves para mejorar la imagen personal».

El verbo "aplicar"

Cada día es más frecuente el uso impropio del verbo "aplicar". Muchos lo emplean como equivalente a "solicitar" o "aspirar": "Voy a aplicar a una beca"; "Apliqué por un trabajo en la Cantv". Este uso indebido, un verdadero disparate, es una copia servil de una acepción del verbo "to apply" en Inglés, que efectivamente significa eso. Pero en Castellano no es así, como veremos.

Últimamente hemos oído mucho por radio y TV, hasta saturarnos, una cuña publicitaria en la cual, después de anunciar el producto de que se trata, se termina diciendo: "Ciertas condiciones aplican".  ¿Qué es lo que allí se quiere decir? ¡Nada! Es una frase idiota, condición que quizás haya que extender a quienes la escribieron, por muy "creativos" que sean o pretendan ser. Probablemente sea otro caso de mala traducción de una frase inglesa. En todo caso, las "condiciones" no "aplican".

El DRAE define el verbo "aplicar" de la siguiente manera: "Poner algo sobre otra cosa o en contacto de otra cosa. ||2. Emplear, administrar o poner en práctica un conocimiento, medida o principio, a fin de obtener un determinado efecto o rendimiento en alguien o algo. ||3. Referir a un caso particular lo que se ha dicho en general, o a un individuo lo que se ha dicho de otro. ||4. Atribuir o imputar a alguien algún hecho o dicho. ||5. Destinar, adjudicar, asignar. ||6. Der. Adjudicar bienes o efectos. ||7. prnl. Poner esmero, diligencia y cuidado en ejecutar algo, especialmente en estudiar".

Según estas diversas acepciones se puede construir numerosas frases con pleno sentido: "A la puerta le aplicaron varias capas de barniz"; "El médico aplicó muy bien sus conocimientos y logró salvarlo"; "Aplicaremos al caso no sólo las normas legales, sino también los principios generales del Derecho"; "Cuando nació, le aplicaron un nombre muy feo sacado del almanaque"; "Apliquemos una oración al descanso del alma de nuestro hermano"; "El producto de la subasta se aplicará preferentemente al pago de la deuda"; "Él últimamente se ha aplicado mucho a los estudios".

El verbo "aplicar" es transitivo, y por tanto generalmente se construye con un complemento directo (la cosa aplicada): "Le apliqué dos manos de pintura" ("dos manos de pintura" es el complemento directo, la cosa aplicada); "Al pobre le aplicaron un nombre muy feo" ("un nombre muy feo" es el complemento directo).

Cuando "aplicar" va en forma pronominal puede ser transitivo y llevar complemento directo: "Después se aplica una gasa sobre la herida"; pero también puede ser intransitivo y no llevar ese complemento: "Si no te aplicas en los estudios vas a fracasar".

Si la frase final de la cuña arriba citada fuese válida, tendría que llevar el verbo en forma pronominal: "Ciertas condiciones se aplican". Pero de todos modos carecería de sentido, aunque estaría bien construida.

"Referirse a, no referirse sobre"

Se recuerda que el verbo referirse se construye con la preposición a y no con sobre.

Es común escuchar y leer en los medios de prensa frases como las siguientes: «Así lo avanzó el presidente de Ferrari, tras referirse sobre el futuro de la máxima categoría del automovilismo»; «Al referirse sobre el nuevo plan de negocios que se tiene para la aerolínea dijo que…».

Se recuerda que referirse se construye con la preposición a, tal como se indica en el Diccionario panhispánico de dudas.

Así, en los ejemplos anteriores lo correcto hubiera sido decir «Así lo avanzó el presidente de Ferrari, tras referirse al futuro de la máxima categoría del automovilismo»; «Al referirse al nuevo plan de negocios que se tiene para la aerolínea dijo que…».

El verbo "aperturar"

"Aperturar" es un infinitivo derivado del sustantivo "apertura". Este, a su vez, deriva de su equivalente latino "apertura", proveniente del verbo "aperire". "Apertura" entra del Latín al Castellano, como una expresión culta, hacia 1800. Mucho antes, desde el siglo XIII, se usaba sólo "abertura", que significa lo mismo, por lo que el cultismo "apertura" en cierto modo entró al Castellano como un intruso, que pretendía desplazar al castizo "abertura". 

Afortunadamente ambos lograron coexistir, y el uso estableció entre ellos, aun siendo sinónimos, una cierta diferencia semántica. La intuición nos dice cuándo utilizar uno u otro.

¿Quién y porqué importó del Latín ese "apertura", que originalmente debió de parecer impertinente? Difícil saberlo.

"Aperturar" es un derivado perfecto y natural de "apertura", formado con estricto apego a las normas de derivación de nuestro idioma. Es, pues, una derivación legítima. Entonces, ¿por qué condenarlo? ¿Simplemente porque no nos guste? En materia de lenguaje las cosas no son tan simples. En el Diccionario panhispánico de dudas se dice de "aperturar" que "Su uso no está justificado y debe evitarse", lo cual es enteramente válido.

Sin embargo, su uso, a partir de la jerga bancaria, donde se comenzó a emplear, se ha ido extendiendo en forma arrolladora, y va a ser muy difícil, si no imposible, desarraigarlo. Sobre todo porque es uno de esos fenómenos lingüísticos –errores, rarezas, alteraciones del habla, incumplimiento de normas...– más propios de gente culta, de alto nivel escolar, que de gente inculta o ignorante, lo cual los hace prestigiosos e imitables.

Hay que tomar en cuenta también que "apertura" es un sustantivo irregular, pues lo regular y lógico hubiese sido que de "abrir" derivase "abrida" (como "partida" deriva de "partir", el verbo paradigmático de la tercera conjugación), o quizás "abridura", lo cual hubiese hecho prácticamente imposible la formación del infinitivo "aperturar". Pero al no haber sido así, la existencia del sustantivo "apertura" hacía de hecho inevitable y natural que se formase ese "aperturar" que a tanta gente mortifica.

En todo caso, ante hechos como ese, muestras del extraordinario dinamismo de la lengua, queda el recurso arriba mencionado: no usar aquellas palabras y demás expresiones que no nos gusten. En Castellano siempre hay muchas formas válidas de decir lo mismo.

Origen de la palabra "vudú"

La palabra proviene del vocablo africano de Dahomey vodun, que significa 'espíritu'. 

Se trata de una creencia religiosa que es mayoritaria en Haití, pero que también se practica en Cuba, en Trinidad, en Brasil y en algunos lugares del sudeste de Estados Unidos, sobre todo en Louisiana. El vudú es una creencia sincrética que combina elementos del catolicismo y de religiones tribales de áfrica. En el vudú se venera a un gran número de espíritus, llamados Ioa, que se pueden identificar con dioses africanos, con sus antepasados deificados o incluso con los santos católicos.

Los sacerdotes de esta religión, llamados houngan, y las sacerdotisas mambo actúan en la comunidad como consejeros, curanderos y protectores contra toda suerte de maleficios

Como este culto es poco conocido, su nombre suele evocar supuestos ritos diabólicos tribales en los que hechiceros clavaría agujas en muñecos para lograr que alguna víctima, tal vez a muchos kilómetros de distancia, sufriera dolores horribles, ataques cardíacos o enfermedades incurables. El vudú se asocia con frecuencia a Haití, dado que los sanguinarios dictadores François y Jean-Claude Duvalier solían practicar estos rituales para amedrentar a sus víctimas.

"Reanudar y reiniciar" no son sinónimos

El verbo reiniciar debe usarse para aludir al hecho de volver al principio de una actividad suspendida, mientras que el verbo reanudar es el adecuado para hablar de algo que vuelve a ponerse en marcha a partir del punto en el que se paró.
 
En la final del torneo de tenis de Wimbledon se suspendió el partido por causa de la lluvia; luego escampó y el partido se reanudó, no se reinició.

Los verbos reanudar y reiniciar no son sinónimos, aunque muchas veces los periodistas optan por este último sin tener en cuenta que para reiniciar algo es necesario volver al principio.

En situaciones como la de un partido de tenis u otra competición deportiva que sufre alguna interrupción, esta no se reinicia (no se vuelve a empezar), sino que se reanuda, es decir, que arranca desde el punto en el que se interrumpió, para llegar hasta el final.


"Radical, extremista y violento" no son sinónimos

Se precisa que los términos radical, extremista y violento no son equivalentes, a pesar de que sus significados son similares.

El término radical designa a la 'persona que considera que su forma de actuar y sus ideas son las únicas correctas y desprecia las de los demás'; a su vez, extremista se refiere al 'partidario de unas ideas o actitudes extremas, especialmente en política' y violento es 'quien usa la fuerza física para dominar a otro o hacerle daño'.

A veces, estos términos se usan indistintamente, a causa de la cercanía de sus significados, pero conviene reconocer que cada una de estas palabras tiene connotaciones distintas.

En este sentido, hay que recordar como un individuo violento no tiene por qué ser extremista o radical, un radical tampoco utiliza necesariamente la violencia ni es obligatoriamente extremista, y un extremista puede ser o no radical y no tiene por qué ser violento.

En consecuencia,  radical, extremista y violento no son sinónimos, pues el significado de cada uno de ellos tiene connotaciones diferentes.

Origen de la palabra "victoria"

Fue en la guerra donde los hombres conocieron, desde los albores de su existencia, la satisfacción de la victoria y la pesadumbre y el dolor de la derrota.

En tiempos recientes, las guerras se han tornado más mortíferas de lo que jamás se podría haber soñado en las peores pesadillas de otros tiempos, pero el hombre también halló –en los deportes, por ejemplo– formas más civilizadas de experimentar los sentimientos que acompañan victorias y derrotas. En realidad, las justas deportivas habían sido cultivadas por los griegos con sus Juegos Olímpicos, pero en el año 394 de nuestra era fueron suspendidos por el emperador católico romano Teodosio el Grande, que cuestionaba su carácter pagano. Solo en 1896 se disputarían, en Atenas, los primeros Juegos Olímpicos modernos. El fútbol no fue, inicialmente, una práctica olímpica, pero el deporte que llegó al siglo XXI convertido en pasión de multitudes ya se jugaba en algunos países de Europa y América Latina, donde se formaron los primeros clubes.

El verbo latino vincere 'vencer' dio lugar al apelativo victor 'vencedor'. Victor omnium gentium 'vencedor de todos los pueblos' era una expresión utilizada por Julio César, Cicerón y Virgilio. Más tarde, Cornelio Nepo y Horacio emplearían victoria, el femenino de victor, con el significado que esta palabra tiene actualmente en español, como sinónimo de triunfo.
Victoria designaba, además, a una diosa romana y se convirtió en nombre de mujer y de una ciudad de Cantabria, en el norte de España, hoy Santoña.

lunes, 26 de agosto de 2013

La doble negación

A mucha gente les preocupa lo que se conoce como "doble negación". Hay, en efecto, quienes piensan que frases como "Yo no veo nada", "No vino nadie" o "No viene nunca" son "incorrectas", porque de hecho son redundantes, ya que contienen una doble negación. En consecuencia, dicen ellos, debería decirse "yo veo nada", "vino nadie" o "viene nunca", que sería lo lógico.

Aparte de que estas últimas formas son antiestéticas y torpes al oído: la redundancia no es per se mala, ni mucho menos un error. Debe evitarse, por supuesto, cuando es innecesaria, cuando puede ser de mal gusto o incluso necia. Pero muchas veces puede ser recomendable, sobre todo cuando se trata de poner énfasis en lo que se dice, o cuando la repetición redundante pueda tener un valor poético.

En cuanto a la doble negación, las expresiones arriba señaladas, y que mucha gente rechaza por presumiblemente redundantes, tienen una explicación lógica y semántica en el origen etimológico de los vocablos "nada", "nadie" y "nunca".

"Nada" deriva del vocablo latino "nata", que significa "nacida" y es el femenino de "natus", frecuentemente usada en la locución latina "res nata" ("cosa nacida" o "cosa producida o existente"), de modo que cuando decimos "no veo nada" lo que queremos decir es "no veo cosa nacida", o "cosa existente". Ahí no hay, pues, redundancia ni doble negación.

El indefinido "nadie", por su parte, deriva del latino "nati", plural de "natus", que significa "nacido", frecuente en la expresión latina "homines nati", o sea, "hombres nacidos", o más generalmente "seres nacidos". En consecuencia, cuando decimos "no vino nadie" lo que decimos es que "no vino hombre nacido", o "ser nacido". Tampoco aquí, pues, hay redundancia ni doble negación.

En cuanto a "nunca", es palabra compuesta, derivada de la igualmente compuesta latina "nunquam", formada con las raíces "ne" ("no") y "umquam" ("alguna vez").

Por tanto, cuando decimos "ella no viene nunca" queremos decir "ella no viene ninguna vez".

Otras formas de doble negación parecidas, igualmente rechazadas por algunas personas, son, por ejemplo, "no veo ninguno" y "no lo hizo jamás". En ambos casos se trata también de una cuestión etimológica. El indefinido "ninguno" proviene de la expresión latina "nec uno", que equivale a "ni uno". "No veo ninguno" significa, pues, "No veo ni uno".

"Jamás", por su parte, es también palabra compuesta por los vocablos "ya más", que con el tiempo se fueron fundiendo fonéticamente hasta soldarse en una sola palabra.

De modo que cuando decimos "no lo hizo jamás", queremos decir "no lo hizo ya más", o sea, "no lo volvió a hacer".

En Castellano no sólo es posible la doble negación, sino que también puede ser triple o cuádruple: "No volveré a verte nunca jamás", "Ella no quiso nunca a nadie"; "Él no le hizo jamás nada malo a nadie".

La expresión "recuperarse favorablemente" es redundante

Decir que una persona se recupera favorablemente para indicar que mejora después de una enfermedad o accidente es redundante, pues la recuperación es en sí misma positiva.

Tal vez esta expresión sea un calco de evoluciona favorablemente, que sí es correcta pues la evolución puede ser positiva o negativa.

En una frase como «La mujer que resultó herida en la Parroquia  se recupera favorablemente» bastaría con decir «La mujer que resultó herida [...] se recupera de sus heridas» o bien «La mujer que resultó herida en la parroquia  evoluciona favorablemente».

Origen de la palabra "churrasco"

Carne asada a la plancha o a la parrilla, dice el diccionario de la Academia, que le atribuye a churrasco un origen onomatopéyico. Aunque no lo aclara, tal vez la academia se refiera al sonido que produce la grasa al gotear sobre el fuego.

Contrariando la etimología académica, Corominas afirma que churrasco se originó en una voz muy antigua, anterior a la presencia de los romanos en la Península Ibérica, que se mantiene viva en el vasco sukarra 'llamas de fuego', 'incendio', formada por su 'fuego' y karra 'llama'. Es probable que sukarra haya sobrevivido en la lengua prerromance que se formó hace más de un milenio al norte de la península, para dar lugar al dialecto castellano.

En 1495 aparecía en uno de los primeros diccionarios castellanos, el de Nebrija, el verbo "socarrar", que en andaluz y en leonés evolucionó a churrascar. Corominas cita también el chilenismo churrasca 'hojuela de masa frita' y el regionalismo rioplatense churrasquear 'hacer carne a las brasas'.

En Murcia y Almería se usa chuscarrar 'tostar ligeramente algo' y en Salamanca se llama churrusco a un 'pedazo de pan demasiado tostado'. En el Uruguay, por metátesis, se llama churrasco a un pedazo de carne apropiada para ser asada a las brasas, mientras que en la Argentina, hasta hace algún tiempo se llamaba coloquialmente churrasca a una mujer muy atractiva.

Origen de la palabra "yanqui"

Este gentilicio surgió a mediados del siglo XVIII para designar a los habitantes de la región estadounidense de Nueva Inglaterra, donde abundaban en esa época los colonos holandeses. Yankee proviene de Janke, un diminutivo del nombre neerlandés Jan.

Aunque esta etimología está suficientemente establecida, hay quien afirma que yankee deriva de Jan Kaas (Juan Queso, en holandés), al considerar que así es como denominaban los colonos ingleses a sus colegas de origen holandés, ya que la elaboración de queso era una de sus habilidades más notorias. El etimólogo británico Eric Partridge afirma que tal etimología es falsa, pero lo cierto es que el apodo se extendió muy pronto a los pobladores de los estados del norte de los Estados Unidos. En la guerra de Secesión, que se libró en el siglo XIX, los confederados del sur llamaban yankees a los habitantes de todo el norte.

Fuera de los Estados Unidos, se ha hecho común el uso de yanqui para designar a cualquier ciudadano norteamericano debido, probablemente, a la falta de un gentilicio apropiado, puesto que estadounidense podría ser aplicado perfectamente a los mexicanos, y norteamericano, tanto a estos como a los canadienses.

El primer registro que se conoce en inglés de esta palabra es en la canción Yankee Doodle, escrita por un inglés para burlarse de los colonos nativos de los Estados Unidos. En la revolución de 1776, los soldados de George Washington hicieron, de la canción de desdén, un himno patriótico.

El verbo Haber - IV parte

Ya vimos que cuando haber actúa como auxiliar, para formar los tiempos compuestos de todos los verbos, se conjuga en todos sus tiempos, números y personas, y no sólo en 3ª del singular, como cuando es impersonal. 

De modo que es válido decir, por ejemplo, “Después de que los señores hubieron salido, llegaron los asaltantes”. Obsérvese que en esta oración no se trata del verbo haber, sino de un tiempo compuesto (pretérito anterior o antepretérito de indicativo) de salir, en cuya formación el verbo haber es auxiliar. Lo mismo en “Nosotros hemos (o habemos) pagado muy caro nuestros errores”, donde hemos pagado es el pretérito perfecto compuesto (antepresente) de indicativo de pagar, y no de haber, que sólo ha servido de auxiliar para formar dicho tiempo compuesto.
Así mismo, en la oración “Cuando lleguemos, ya ellos habrán comido”, este verbo es 3ª pers. del plural de futuro perfecto del modo indicativo (antefuturo) de comer.

Exactamente igual ocurre con el modo subjuntivo. En la oración “Ojalá que hayan llegado a tiempo”, hayan llegado es 3ª persona del presente de subjuntivo de llegar, y el verbo haber (hayan) actúa sólo como auxiliar para formar el tiempo compuesto. Y en “Si lo hubiéramos (o hubiésemos) sabido, habríamos venido a verte”, tanto hubiéramos o hubiésemos sabido (pretérito pluscuamperfecto o antepretérito de subjuntivo), como habríamos venido (condicional perfecto o antepospretérito de indicativo) son tiempos compuestos, en los cuales haber sólo es auxiliar.

Al hacer de auxiliar el verbo haber pierde totalmente su significado propio, y se convierte en un simple instrumento imprescindible para la formación del tiempo compuesto de que se trate.

Es de advertir que en el presente de indicativo el verbo haber tiene dos formas para la 3ª pers. del singular: una es ha, y la otra es hay. La primera se usa cuando haber actúa como auxiliar:
“Ella no ha comido en todo el día” ; “El señor no ha llegado”; “El lo ha visto en la calle”; “La policía ha venido varias veces”.

La forma ha se usa también en frases como “Ha lugar” y “Ha tiempo que no lo veo”. La segunda forma, hay, se emplea cuando el verbo haber es impersonal: “En mi casa hay una fiesta”; “Ya en Margarita no hay cupo en los hoteles para diciembre”; “Siempre hay alguien que mete la pata”.

Lo mismo ocurre con la 1ª pers. del plural del presente de indicativo, que también tiene dos formas: hemos y habemos.

En su uso como auxiliar el empleo de ambas formas es indistinto:
“Nosotros habemos llegado esta mañana” “Nosotros hemos llegado esta mañana”. Pero la forma habemos ha venido cayendo en desuso, y hoy prácticamente no se emplea, por lo que suena mal o extraña al oído. Sin embargo, no es incorrecta cuando se emplea como auxiliar. Si haber se conjuga como impersonal no se usan habemos ni hemos, en atención a la norma, ya conocida, de que el verbo impersonal haber sólo se conjuga en 3ª pers. del singular: no se dice “habemos muchos”, sino “somos muchos”, o “estamos muchos”, según convenga.

O también “hay muchos, incluido yo”, o alguna otra fórmula equivalente.

Esta duplicación de formas verbales es producto de una evolución fonética larga y compleja, que se realiza ya en el Latín, y se continúa en el proceso de paso del Latín al Castellano

El verbo Haber - III parte

Las formas propias de conjugación del verbo habercomo impersonal.
Pretérito perfecto de indicativo. “El domingo hubo un concierto muy importante” / “La semana pasada hubo toros coleados”. Cuando se ignora o se olvida el carácter impersonal del verbo se tiende a decir “Hubieron fiestas”, “hubieron toros coleados”, “hubieron muchas personas”. Sin embargo, esta es una de las formas en que más énfasis se ha hecho sobre la conjugación impropia de haber, y por eso es menos frecuente.
Condicional de indicativo. “Habría más gente si hubieran hecho más propaganda”. / “Habría cien personas más o menos”. Siguiendo la tendencia viciosa, se tiende a decir “Habrían cien personas...”, olvidando que el verbo debe estar en 3ª pers. del singular: habría.
Presente de subjuntivo. “Ojalá haya un lugar para nosotros” / “Ojalá haya puestos suficientes”. En el segundo ejemplo se tiende a decir, incorrectamente, “Ojalá hayan puestos suficientes”.
Pretérito perfecto de subjuntivo. “Si hubiera (o hubiese) una persona dispuesta a hacer el trabajo”. / “Si hubiera (o hubiese) unos cuantos decididos a echarle pichón”. Debe evitarse decir “Si hubieran (o hubiesen) unos cuantos decididos a echarle pichón”. (Debe recordarse que el pretérito imperfecto de subjuntivo tiene dos formas exactamente equivalentes:
hubiera o hubiese. Las dos pueden usarse libremente, a gusto del hablante).

Futuro de subjuntivo. “Hubiere más gente si no hubiese sido por la lluvia. / Hubiere muchas personas más, pero no les avisaron”. Igual que en los ejemplos anteriores, se tiende incorrectamente a decir “Hubieren muchas personas más...” . Es conveniente advertir también que mucha gente confunde el pretérito, hubierao hubiese, con el futuro, hubiere.
No es válido decir, por ejemplo, “Si mañana hubiera (o hubiese) poca gente, se suspenderá el acto”, porque se trata de una situación futura, por lo que debe decirse “Si mañana hubiere poca gente...” .

Todos los ejemplos anteriores corresponden a las formas simples del verbo haber. Pero es igual con los tiempos compuestos: 


“Ha habido una tragedia”. / “Ha habido muchos muertos”.

“Había habido gente molesta” / “Había habido muchas protestas”.

“Hubo habido un gran descuido”. / “Hubo habido muchos errores” · “Habrá habido mucha alegría” / “Habrá habido muchas celebraciones”.

“Ojalá haya habido buen tiempo”. / “Espero que haya habido pocos problemas”.

“Si hubiera (o hubiese) habido un solo reclamo...” . / “Hubiera (o hubiese) habido menos disturbios si la policía no hubierallegado a tiempo”.

“Si al llegar hubiere habido mal tiempo decidiremos qué hacer”. / “Si hubiere habido disturbios, ustedes actuarán con mucha prudencia”.

Muchas de estas formas compuestas del verbo haber suenan extrañas, porque su uso es muy poco frecuente. Pero todas son válidas.

El verbo HABER como auxiliar. Hasta ahora he hablado de la conjugación del verbo habercomo impersonal.
Pero haberes también el auxiliar de todos los demás verbos (y de él mismo, como acabamos de ver) para la formación de sus tiempos compuestos. En este caso, cuando haber es auxiliar se conjuga en todos sus tiempos, números y personas, y no sólo en la 3ª pers. del singular.

El verbo Haber - II parte

Lo característico del verbo haber en su forma impersonal es, en primer lugar, que no lleva sujeto, y en segundo, que sólo es conjugable en la 3ª persona del singular, cualesquiera que sean el tiempo y el modo en que se lo conjugue. Veamos ejemplos de cada una de sus inflexiones.

Presente de indicativo: “Hay gente afortunada” / “Hay personas con suerte”. En estos ejemplos, lo mismo que en los siguientes, cada oración tiene un complemento directo (la cosa habida), el primero en singular (gente) y el segundo en plural (personas), pero el verbo en ambos casos va en 3ª pers. del singular. La mayoría de quienes emplean mal el verbo haber, incurren en el error de creer que el verbo debe concordar en número con el complemento directo, como si este fuese el sujeto. Nunca el verbo debe concordar en número con el complemento directo, y menos se debe confundir este complemento con el sujeto. En los verbos impersonales no hay sujeto, mucho menos puede haberlo en las oraciones construidas con dichos verbos. En el caso de haber, por su carácter impersonal el verbo siempre irá en 3ª pers. del singular, sea que el complemento directo vaya en singular o en plural.

Es muy frecuente el error de decir habemos, cuando el que habla se incluye en el grupo que señala: “Habemos gente con suerte”. En tal caso debe emplearse la 3ª persona del singular: “Hay gente con suerte” ; pero si es imprescindible autoincluirse, debemos recurrir a una fórmula equivalente:
“Hay personas con suerte, yo incluido” ; “Hay personas con suerte, yo entre ellas” ; “Somos muchas las personas con suerte”, etc. Pretérito imperfecto de indicativo (Pretérito).

“Había una casa en la esquina, pero la tumbaron”.

/ “Había seis mujeres, / eran cinco muchachas y una vieja arrugada. / Eran diez pechos para los placeres / y dos que no servían para nada” (Andrés Eloy Blanco). En la primera oración el complemento directo (la cosa habida) va en singular (una casa) ; en la segunda es plural (seis mujeres).Pero en ambas el verbo va en 3ª pers. del singular. El error más común en este caso es decir “Habían seis mujeres...”, o también “Habíamos seis personas...” . En ambas oraciones lo propio es decir “había”, pero, igual que en los ejemplos anteriores, si la persona que habla debe incluirse, hay que emplear una fórmula equivalente: “Había seis personas, incluyéndome yo”, o “yo incluido”, o “yo entre ellas”, etc. Futuro imperfecto de indicativo (Futuro).

“Mañana habrá un paseo para la playa” / “En vacaciones habrá muchas fiestas”. Lo mismo que en las anteriores oraciones, en estas otras hay, en la primera un complemento directo en singular (un paseo), y en la segunda en plural (muchas fiestas), pero en ambas el verbo va en 3ª pers. del singular. Este es uno de los casos en que es más frecuente la incorrección, pues mucha gente tiende a decir “En vacaciones habrán muchas fiestas”, lo cual no sólo es impropio, sino que es, además, un grave error de sintaxis, muestra de vulgaridad e ignorancia al hablar o escribir.

El verbo Haber - I parte

Hay que recordar que el verbo haber tiene varios significados. Dos son los principales:
tener y algo aproximado a ser, estar, hallar o existir.


Con el valor de tener prácticamente no se usa en Castellano, aunque sí en Latín, la lengua madre de nuestro idioma. Harto conocida es la frase latina Habemus Papam (tenemos Papa), con que el Vaticano anuncia al mundo que se ha elegido un nuevo Papa. En Castellano quedan algunos restos de ese significado, cuando se dice, por ejemplo, que alguien tiene en su haber determinada propiedad material o moral: “Él tiene en su haber varias haciendas” ; “Fulana tiene en su haber una gran simpatía” ; “Los haberes de Fulano suman millones”. Igualmente, en contabilidad se habla del debe (lo que una persona adeuda) y el haber (lo que la persona tiene como suyo, incluyendo las acreencias contra otros). También corresponde a este significado del verbo haber el adjetivo habiente, que designa a la persona que tiene o posee algo, como en la locución, usual en el lenguaje jurídico, derecho habiente, con que se nombra a la persona que tiene o posee determinado derecho.


El segundo significado (ser, estar, hallar o existir), sí es muy usual en nuestro idioma: “Haymucha gente en la calle” ; “Mañana habrá una fiesta en el club” ; “Ella dijo que había dinero en la gaveta”. Si se observa con cuidado, en estos tres ejemplos se percibe claramente el significado de haber, parecido, como ya dije, aunque no exactamente igual, a ser, estar, hallar o existir.


El verbo haber, entendido como ser, estar, hallar o existir, se caracteriza, entre otras cosas, porque es impersonal y transitivo. Impersonal porque se conjuga sin sujeto, y transitivo porque admite complemento directo (la persona, animal o cosa habida).


Cuando es impersonal, el verbo haber, cualquiera que sea el tiempo y el modo en que se conjugue, sólo se usa en la 3ª persona del singular, por lo que también se le llama unipersonal. De modo que es impropio, y debe evitarse, conjugarlo en 1ª o 2ª personas y en plural. De ahí que sea un error decir, por ejemplo, habíamos (1ª persona del plural), habemos (1ª pers. del plural), habrán (3ª pers. del plural), hubieron (3ª pers. del plural), etc. 


Estas son las formas equivocadas que más se recuerdan como impropias, pero a menudo se olvida, o no se sabe, que todas las demás formas que no sean 3ª pers. del singular son igualmente incorrectas, y por no saberlo u olvidarlo, con mucha frecuencia se incurre en tales errores. A esto contribuye, además, que formas incorrectas como las arriba señaladas suenan mal al oído, mientras que algunas de las otras, igualmente impropias, no siempre chocan al oído, lo cual induce a creer que son válidas.