jueves, 6 de diciembre de 2012

Origen de la palabra "anacoluto"

El anacoluto es un quiebre en la construcción del discurso. Bastante común en la lengua oral y muy criticado por los puristas, puede emplearse en el texto escrito con fines estilísticos.
«Yo no estoy de acuerdo contigo en eso... bueno, pero ahora vamos a divertirnos, otro día lo hablamos».
En la antigua retórica el anacoluto era reconocido como una «figura», es decir, una especie de ornamento del texto oratorio. La palabra proviene del griego anakolouzos 'inconsecuente' porque el hablante se desvía de la dirección en que había iniciado su discurso.

Doble negación: no vino nadie, no hice nada, no tengo ninguna

En español existe un esquema particular de negación, que permite combinar el adverbio no con la presencia de otros elementos que tienen también sentido negativo. 

Los adverbios nunca, jamás, tampoco, los indefinidos nadie, nada, ninguno, la locución en la/mi/tu/su vida y los grupos que contienen la palabra ni aparecen siempre en oraciones de sentido negativo. Si estos elementos van antepuestos al verbo, este no va acompañado del adverbio de negación no: Nunca voy al teatro; Él tampoco está de acuerdo; Jamás lo haré; Nadie lo sabe; Nada de lo que dice tiene sentido; Ninguno de ellos es actor; En su vida lo conseguirá; Ni su padre lo perdonaría.

Pero si van pospuestos al verbo, este debe ir necesariamente precedido del adverbio no: No voy nunca al teatro; Él no está de acuerdo tampoco; No lo haré jamás; No lo sabe nadie; No tiene sentido nada de lo que dice; No es actor ninguno de ellos; No lo conseguirá en su vida; No lo perdonaría ni su padre. La concurrencia de esas dos «negaciones» no anula el sentido negativo del enunciado, sino que lo refuerza.

Seis claves para usar las siglas y las abreviaturas

Las siglas y las abreviaturas tienen características distintas; conocerlas permite escribir las siglas y las abreviaturas apropiadamente.
Siglas
  1. Se forman por lo general con las iniciales de la expresión que abrevian, normalmente las iniciales de los sustantivos y los adjetivos (Organización de las Naciones Unidas: ONU), pero a veces también las de otras palabras (organización no gubernamental: ONG).
  2. No llevan punto abreviativo: ONU, no O. N. U.
  3. Las Academias de la Lengua desaconsejan el uso de una ese minúscula para formar el plural en la forma escrita (las ONG mejor que las ONGs), aunque en la lengua oral es normal y correcto que se pronuncie la ese («oenegés»).
Abreviaturas
  1. Se forman con parte de la palabra o la expresión que abrevian; una palabra puede tener más de una abreviatura: para página, por ejemplo, se usan p. y pág.
  2. Llevan punto abreviativo (a. C.; pl., admón.) o, más raramente, barra (c/ Bailén); en las abreviaturas con más de un elemento, tras el punto abreviativo se deja un espacio (se escribe EE. UU. y no EE.UU.); si la abreviatura lleva una parte volada, el punto se coloca antes de esta (n.º, no nº. ni ).
  3. Cuando tienen más de una letra, generalmente se pluralizan añadiendo una ese (pág. – págs.); si constan de una sola letra, esta se suele duplicar (p. – pp.)

"Paradoja"

La definición que el DRAE nos de la palabra paradoja es, cuando menos, bastante curiosa. Bajo el nombre paradoja remite al masculino de ese mismo vocablo: “paradojo”. Y bajo este, en primer  lugar dice que es un adjetivo, auque desusado, equivalente a lo que  hoy se entiende generalmente por paradójico. En una segunda acepción lo define como “Idea extraña u opuesta a la común opinión  y al sentir de las personas” Y continúa: “|| 3. Aserción inverosímil o  absurda, que se presenta con apariencias de verdadera. || 4. Ret. Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o  frases que envuelven contradicción. Mira al avaro, en sus riquezas, pobre”.

Otros diccionarios más actualizados hacen de paradoja una  definición más realista. El Diccionario CLAVE, por ejemplo, dice: “1. Hecho extraño, absurdo u opuesto a la opinión o al sentir generales:  Es una paradoja que el más avaro de tus amigos te haya hecho el  regalo más caro. 2. Figura retórica consistente en unir ideas aparentemente contradictorias e irreconciliables: La frase de Santa  Teresa ‘Que muero porque no muero’ contiene  una paradoja (…)”. En el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, Olimpia  Andrés y Gabino Ramos, leemos: “Hecho o dicho aparentemente  contrarios a la lógica. (…) b) Figura retórica que consiste en una  expresión que encierra una aparente contradicción (…)”. Y el Diccionario de uso del español de América y España VOX registra: “1. Dicho o hecho que parece contrario a la lógica: perseguir la paz  con la violencia es una extraña paradoja; la paradoja es que los denunciados son más honestos, legales y admirables que el  pretendido mundo exterior, oficial y legalizado. 2. Figura de pensamiento que cosiste en emplear expresiones que aparentemente envuelven una contradicción: “nacer para vivir muriendo” es una paradoja (…)”.  

Lo cierto es que el uso común del vocablo paradoja, para referirse a un hecho que es por definición contradictorio, como los que abundan en la actividad cotidiana, sobre todo en el mundo de la política, no es sino la popularización, fuera del ámbito de la Retórica, y en general de la literatura, de lo que los diccionarios definen como una figura retórica, casi idéntica a lo que también se conoce como oxímoron.

En Venezuela tenemos una expresión popular que define muy bien lo  que es la paradoja. Cuando queremos referirnos a alguien que acusa a otros de sus propios defectos, exclamamos: “¡Cachicamo diciéndole a morrocoy conchudo!”.

Paradoja viene del vocablo latino paradoxus, y este del griego paradoxos.

Origen de la palabra "solidaridad"

Solidaridad nos viene del francés solidarité, pasando por el latín solidus, voz técnica de la geometría que se refería, como hoy, a los cuerpos de tres dimensiones. La palabra tiene derivados como el verbo solidare, 'hacer sólida una cosa', 'consolidar'. En el francés judicial del siglo XV, solidaire 'solidario'refería a una situación en la que cada uno respondiera por todos. 

En el siglo XVIII, Diderot usó la palabra por primera vez con su acepción actual de 'adherido a una causa'. 'Solidario' se aplica también a objetos cuyo movimiento depende recíprocamente de otro, como las piezas de un engranaje. El latín solidus dio lugar a otras palabras de nuestra lengua, como 'sueldo' y 'soldado'. Provenía de la raíz indoeuropea sol-, que también está en el origen de 'salud', y 'salvar'. Pero esas son otras historias...

Detrás de mí, encima de mí, al lado mío

En la lengua culta debe evitarse el uso de adverbios como cerca, detrás, delante, debajo, dentro, encima, enfrente con adjetivos posesivos; así pues, no debe decirse detrás mío, encima suya, etc., sino detrás de mí, encima de él, etc.

El origen de este error está en equiparar el complemento preposicional introducido por la preposición de (detrás de María) con los complementos de posesión, de estructura formalmente idéntica (la casa de María). Sin embargo, se trata de construcciones diferentes: en la primera (detrás de María), el núcleo del que depende el complemento preposicional es un adverbio (detrás), mientras que en la segunda (la casa de María) es un sustantivo (casa). Puesto que los adjetivos posesivos son modificadores del sustantivo, solo si el complemento encabezado por de depende de un sustantivo puede sustituirse sin problemas por un posesivo:

la casa de María = su casa o la casa suya.
Sin embargo, los adverbios no son susceptibles de ser modificados por un posesivo, de forma que no admiten la transformación descrita:

detrás de María no equivale a *su detrás, por lo que no es admisible decir detrás suya ni detrás suyo.

En consecuencia, para discernir si es o no correcta una expresión con posesivo, debemos fijarnos en la categoría de la palabra núcleo: si es un sustantivo, será correcta (puede decirse al lado mío, pues lado es un sustantivo); pero no será correcta si se trata de un adverbio (no puede decirse cerca mío, pues cerca es un adverbio). 

Para no equivocarse, resulta útil saber que si se puede usar el posesivo átono antepuesto, la construcción con el posesivo tónico pospuesto será también válida: 

Estoy al lado de María > Estoy a su lado > Estoy al lado suyo (CORRECTO)
 
  Giraban alrededor de ti > Giraban a tu alrededor > Giraban alrededor tuyo (CORRECTO)
  pero

  Estoy detrás de María > *Estoy en su detrás > Estoy detrás suyo/suya (INCORRECTO).
 
  Vive cerca de ti > *Vive en tu cerca > Vive cerca tuyo/tuya (INCORRECTO).

  Por último, es importante señalar que el posesivo pospuesto debe concordar en género con el sustantivo al que modifica; así pues, debe decirse al lado suyo (y no al lado suya), puesto que el sustantivo lado es masculino.

Origen de la palabra "ladrón"

Los mercenarios que formaban parte de la escolta de los emperadores de Roma se llamaban latro, latronis, y el verbo latrocinare significaba "servir en el ejército".

Con la descomposición del Imperio romano, la paga de los latronis empezó a demorarse hasta que terminó por no llegar más, con lo que, por tratarse de asalariados que tenían el derecho de portar armas, se convirtieron en ladrones y salteadores, dando lugar al significado actual de ladrón y latrocinio.

"Lambucio"

Hoy un poco olvidado. Pero sí está en el DRAE, 22ª edición (2001), si bien su definición es muy deficiente. Dice, en efecto, marcado como venezolanismo: “Dicho de una persona: Que acostumbra comer entre comidas. || 2. Tacaño o avaro en las  cosas pequeñas o en pequeña cantidad”. Aparte de lo impreciso de la 2ª acepción, toda la definición es muy pobre, y no refleja la gran riqueza semántica con que este adjetivo es usado en nuestro país.

Mucho más preciso es el Diccionario de venezolanismos (Tejera et al): “1. Se dice de quien acostumbra comer entre comidas, registrando en busca de sobras de la comida anterior. Goloso. 2. Tacaño o avaro en las cosas pequeñas o en las  pequeñas cantidades. 3. Pobre, maltrecho. 4. fig. Canalla, pobre de espíritu. 5. fig. Zul. Entrometido. 6. fig. Zul. Se aplica a la persona que pretende sacar provecho material,  aunque sea escaso, de todas las situaciones. Logrero”.

Aún más completo es el Diccionario del habla actual de Venezuela (F. J. Pérez y R. Núñez): 1. Persona de escasos recursos económicos y generalmente de poca cultura. 2. Persona que actúa servilmente o halaga a alguien con el fin de  conseguir algún beneficio. 3. Persona o cosa que no se considera importante. 4. Persona que continua e insistentemente pide, busca y aprovecha todos los beneficios, especialmente  materiales, que pueda obtener de quienes se encuentren cerca. 5. Persona o animal que come o lame los  restos de alimentos dejados por otros. 6. Persona que come  con avidez. 7. Andes. Persona que come excesivamente”. Todas estas acepciones llevan la marca de coloquial y despectivo, y, en general, puede decirse   que en Venezuela el “lambucio” es un ser despreciable.

 A juzgar por estas definiciones, es inexplicable que “lambucio” se use poco, puesto que hoy como nunca abundan los hombres y mujeres a los que caben exactamente todos estos calificativos. Es, pues, otra de las viejas palabras que debemos reivindicar y desempolvar.

 “Lambucio” viene de “lamber”, que es una forma popular e inculta de pronunciar el verbo “lamer”, definido como “Pasar la lengua por la superficie de algo” (DRAE).

"Secuestradores" no son "captores"

Una de las características de la redacción periodística es la búsqueda de sinónimos para evitar la repetición de una misma palabra varias veces seguidas en una noticia, y esa búsqueda propicia que algunas veces se caiga en el error de usar como sinónimas palabras que no lo son.

La Fundéu BBVA ha detectado que en algunos medios de comunicación, al informar sobre la situación de los tres miembros de una ONG española secuestrados en el Sáhara, se utiliza la palabra captores como sustituta de secuestradores o raptores, y si bien estas dos últimas sí tienen el mismo significado, eso no ocurre con captores.

Los verbos secuestrar y raptar significan lo mismo en español: 'retener indebidamente a una persona para exigir dinero por su rescate, o para otros fines'. Mientras que capturar es 'aprehender, apoderarse de cualquier persona, animal o cosa que ofrezca resistencia'.

Vistas esas definiciones, la Fundéu BBVA explica que serán la policía o el ejército los que capturen a los secuestradores, pero estos últimos no capturaron, sino que secuestraron o raptaron a los cooperantes españoles.

Eliminación de la tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad

La palabra solo, tanto cuando es adverbio y equivale a solamente (Solo llevaba un par de monedas en el bolsillo) como cuando es adjetivo (No me gusta estar solo), así como los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales, funcionen como pronombres (Este es tonto; Quiero aquella) o como determinantes (aquellos tipos, la chica esa), no deben llevar tilde según las reglas generales de acentuación, bien por tratarse de palabras llanas terminadas en vocal o en -s, bien, en el caso de aquel, por ser aguda y acabar en consonante distinta de n o s.
 
  Aun así, las reglas ortográficas anteriores prescribían el uso de tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres demostrativos para distinguirlos, respectivamente, del adjetivo solo y de los determinantes demostrativos, cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían producirse casos de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: Trabaja sólo los domingos [= ‘trabaja solamente los domingos’], para evitar su confusión con Trabaja solo los domingos [= ‘trabaja sin compañía los domingos’]; o ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el sujeto de la oración), frente a ¿Por qué compraron aquellos libros usados? (el sujeto de esta oración no está expreso y aquellos acompaña al sustantivo libros).

  Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo y los pronombres demostrativos no cumple el requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo como los demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones. Por eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, no tildar nunca estas palabras.

  Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros medios, como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única interpretación.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

satisfacer, conjugación correcta

El verbo satisfacer es irregular y se conjuga como el verbo hacer, de modo que lo adecuado es satisfará, no satisfacerá.

En ocasiones se encuentra en la prensa un uso incorrecto de algunas formas del verbo satisfacer: «Satisfacerá a aquellos directivos con una visión economista»; «La consulta no satisfacerá a todos los sectores porque siempre habrá quienes consideren que su posición ha perdido».

Según se explica en el Diccionario panhispánico de dudas, el verbo satisfacer, con el sentido de ‘calmar o hacer desaparecer algo, especialmente un deseo, necesidad o duda’ o de ‘dar gusto a alguien’, es un verbo irregular y se conjuga como el verbo hacer.

Por tanto, es inapropiado usar formas como satisfací, satisfaciera, satisfacería, satisfacerá, entre otros, en vez de satisfice, satisficiera, satisfaría o satisfará.

Doble negación: no vino nadie, no hice nada, no tengo ninguna

En español existe un esquema particular de negación, que permite combinar el adverbio no con la presencia de otros elementos que tienen también sentido negativo. 

Los adverbios nunca, jamás, tampoco, los indefinidos nadie, nada, ninguno, la locución en la/mi/tu/su vida y los grupos que contienen la palabra ni aparecen siempre en oraciones de sentido negativo. 

Si estos elementos van antepuestos al verbo, este no va acompañado del adverbio de negación no: Nunca voy al teatro; Él tampoco está de acuerdo; Jamás lo haré; Nadie lo sabe; Nada de lo que dice tiene sentido; Ninguno de ellos es actor; En su vida lo conseguirá; Ni su padre lo perdonaría

Pero si van pospuestos al verbo, este debe ir necesariamente precedido del adverbio no: No voy nunca al teatro; Él no está de acuerdo tampoco; No lo haré jamás; No lo sabe nadie; No tiene sentido nada de lo que dice; No es actor ninguno de ellos; No lo conseguirá en su vida; No lo perdonaría ni su padre. La concurrencia de esas dos «negaciones» no anula el sentido negativo del enunciado, sino que lo refuerza.

"Granuja"

Según el DRAE el sustantivo “granuja” significa “Uva desgranada y separada del racimo. || 2. Grano interior de la  uva y de otras frutas, que es su simiente. || 3. coloq. Conjunto de pillos o pícaros. || 4. coloq. Muchacho  vagabundo, pilluelo. || 5. Bribón, pícaro”.

Las dos primeras acepciones no son usuales en Venezuela. La tercera, “conjunto de  pillos o pícaros”, tampoco. Las otras dos, de uso coloquial, “muchacho vagabundo,  pilluelo” y “Bribón, pícaro”, sí se conocen entre nosotros, si bien el  vocablo se usa poco, y aunque estas dos acepciones aparecen marcadas como coloquiales, entre nosotros “granuja” suena mas bien a expresión culta, y por ello es de poco empleo, frente a  expresiones más comunes como “sinvergüenza”, “bellaco” o “maula”.

“Bribón”, dado como sinónimo de “granuja”, es definido  por el DRAE como “Haragán, dado a la briba. || 2. Pícaro,  bellaco” (“briba”: “holgazanería picaresca”). Y de “pícaro” dice el mismo diccionario: “Bajo, ruin, doloso, falto de honra y  vergüenza. || 2. Astuto, taimado. || 3. Que implica cierta intención impúdica. Una mirada pícara. || 4. Dañoso y malicioso en su línea. || 5. Persona de baja condición, astuta,  ingeniosa  y de mal vivir, protagonista de un género literario surgido en  España (…)”.

Aunque todas estas definiciones son válidas –independientemente de que algunas de ellas se usen aquí o no–, conviene advertir que “pícaro” tiene en Venezuela un uso coloquial que no aparece en la definición del DRAE, como es el de persona ingeniosa, inquieta, simpática, practicante de una viveza bien entendida, que no es el tipo de viveza despreciable y hasta delictiva. Ese concepto venezolano del “pícaro” lo representa muy bien un amable y simpático personaje de nuestro folklore, el conocido Tío Conejo, tal como lo registra Alberto Arvelo Torrealba en una de sus décimas: “El vaco anida en borales / donde el pichón  no peligre, / pero allá viene Tío Tigre / por  entre los matorrales. / ¿Quién pudo hacerle señales / al dormido pajarraco? / Llévate el nido en un saco / para el boralito viejo, / el pícaro Tío Conejo / le dijo al pájaro vaco”.

“Granuja” proviene de un derivado del vocablo latino “granum”, que significa “grano”.

Origen de la palabra "fisco"

Los publicanos, cobradores de impuestos de la antigua Roma, acostumbraban a recoger el dinero cobrado en unas cestas de mimbre o de juncos, que en latín se conocían como fiscus, según se verifica en los textos de Cicerón. Con el tiempo, el propio Tesoro público tomó el nombre de la cesta, y Séneca, que vivió un siglo después de Cicerón, llamaba fiscus al Tesoro del Imperio.

La palabra fisco ingresó al español con ese sentido y así figura en el Diccionario latino español, de Nebrija. De ella se derivaron más tarde fiscal, fiscalía y confiscar, esta última formada con el prefijo con-, que significa «incorporar al fisco».

Origen de la palabra "retórica"

Del latín rhetorica y este del griego rhetoriké 'retórica', femenino en esa lengua de rethorikós 'relativo a la oratoria', era el nombre que en la antigüedad clásica se daba al 'arte de hablar bien en público. La palabra se formó en griego a partir de rethor 'orador', del indoeuropeo wretor 'el que habla', derivado de wre- 'hablar' + el sufijo nominal 'ikós'.

La retórica nació en Siracusa, hacia el año 485 a. de C., en medio de disputas de tierra que se desencadenaron tras la caída de los tiranos Gelón y Hierón. Hubo juicios públicos por la propiedad de la tierra y el arte de la palabra adquirió enorme importancia. Empédocles de Agrigento y su discípulo Córax de Siracusa daban clases de oratoria. Por esos años, se empezaba a desarrollar la democracia ateniense, con lo que la elocuencia adquirió gran importancia para dirigirse a la Ekklesía, la asamblea de ciudadanos. En el siglo IV Aristóteles sistematizó la retórica y la definió como "el arte de extraer de su tema toda la persuasión que encierra".

Origen de la palabra "mojigato"

En algunas regiones de España, mojo es una interjección utilizada para llamar al gato, tan arraigada que muchos la usan para nombrar al felino, como si fuera un sinónimo.

Con el tiempo, esta doble denotación dio lugar a mojigato, que se usa para aludir a la persona que tiene dos caras, mostrando en su carácter dos rasgos opuestos del gato doméstico o que, al menos, se le suelen atribuir: por un lado, el animal es suave, modoso y temeroso, y por otro, taimado y traicionero, capaz de atacar cuando nadie lo espera.